En
la vida y obra de este compositor podemos distinguir tres periodos:
Periodo
TONAL (1899-1907).
Sus primeras obras significativas (“noche transfigurada”, “Gurrelieder”,
sinfonía de cámara, etc.) están en la onda del poswagnerianismo, o si se
prefiere, del ocaso del romanticismo. En ellas ahonda en el agotamiento de las
posibilidades de esta herencia romántica: la tonalidad subyacente apenas se
percibe por el uso constante de modulaciones.
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El atonalismo supone la destrucción del sistema tonal vigente que, desde
comienzos del siglo XVII, parecía asentarse sobre bases inamovibles. El sistema
comenzaba ya a hacer aguas después de las continuas modulaciones y cambiantes
armonías de Wagner con su melodía infinita que iba perdiendo el centro tonal y
sobre todo después de los intensos cromatismos y tensiones armónicas disonantes
de R. Strauss, Mahler, Max Reger y del ruso Scriabin. Con éstos ya casi se
estaba pisando el campo de lo atonal. Solamente falta el bombazo de Debussy y
el impresionismo le propinaron al repudiar los conceptos de tradicionales de
consonancia y disonancia proponiendo la independencia de unos acordes que sólo
tendrían valor según su colorido y sonoridad. Schönberg, el mayor
revolucionario del siglo XX, extenderá definitivamente el certificado de
defunción a la tonalidad clásica. Como curiosa coincidencia, en torno a los
mismos años de 1900 un americano, C. Ives, independientemente de Schönberg,
escribía algunas obras en las que la tonalidad quedaba ya en suspenso.
La serie original, que funciona como un tema de las obras clásicas, puede ser
invertida, retrógrada, retrógrada invertida, expuesta de modo lineal o
repartida en acordes y transferida a cualquier otro grado de la escala
cromática.
Un solo personaje, una mujer penetra en un bosque a buscando a su amante, al que encuentra muerto ante la casa de otra mujer.
Periodo DODECAFONICO (1921-1951). El carácter de ruptura con tantos siglos de sistema tonal bimodal era tan evidente y la indefensión del creador ante un territorio inexplorado tan llamativa que, tras una primera oleada de obras atonales, se impondría un largo periodo de reflexión y silencio para pasar de un atonalismo libre al nuevo sistema, cerebral y meticuloso del dodecafonismo. Le impulsa un ansia estructural: necesita crear objetos sonoros sólidamente construidos, reconquistar la gran forma.
Un solo personaje, una mujer penetra en un bosque a buscando a su amante, al que encuentra muerto ante la casa de otra mujer.
Periodo DODECAFONICO (1921-1951). El carácter de ruptura con tantos siglos de sistema tonal bimodal era tan evidente y la indefensión del creador ante un territorio inexplorado tan llamativa que, tras una primera oleada de obras atonales, se impondría un largo periodo de reflexión y silencio para pasar de un atonalismo libre al nuevo sistema, cerebral y meticuloso del dodecafonismo. Le impulsa un ansia estructural: necesita crear objetos sonoros sólidamente construidos, reconquistar la gran forma.
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